domingo, 21 de abril de 2013

... EL HOMBRE DEL CLAVEL ROJO - Sevilla ...


 

 este blog está escrito em espanhol ... se quer a versão em português CLICK AQUI






   Juan miraba en su entorno … no se veía a nadie … miró su reloj … marcaba las 4h de la madrugada … era hora de cerrar .

   Había trabajado más de 12 horas, pero eso no le importaba … era una semana al año … todos los años … le gustaba … más que eso … esperaba con inusitada ilusión las fechas de la feria.

   Para él era un privilegio ejercer su profesión de vigilante en la famosa Feria de Sevilla, más aún para él, que había nacido en una de las calles del mítico barrio de Triana.

   Juan ya había cruzado la barrera de los cincuenta y era considerado como un hombre serio y muy profesional.

   Por eso la cofradía de “Los hermanos auxiliadores” le llamaban como vigilante de su caseta … y lo hacían ya 4 años consecutivos.

   Era el único vigilante de la caseta 588 … trabajaba todo el día, solo tenía un descanso entre las 9h y las 12h, período de menos gente y que algunos de los cofrades se turnaban para remplazarle.

   Su función era mantener el orden dentro de la caseta, y controlar que solo entrasen personas afiliadas o invitadas, y para eso tenía una lista que siempre consultaba.

   Nombre que no constase en la lista … no entraba … seguro.






    Era la madrugada del miércoles … oficialmente la Feria cerraba a las tres … pero, aunque se apagasen casi todas las bombillas del alumbrado, algunos se quedaban un par de minutos más … siempre era así.

    Cerró el toldo … eso le llevaba casi 15 minutos … tenía muchas ataduras y no podía arriesgarse … la feria siempre atraía a mucha gente … muchos oportunistas de lo ajeno …

    Dentro, había que confirmar que todos los aparatos estaban desenchufados, excepto, claro, el gran arcón frigorífico.

    Estaba junto a la máquina del café cuando de repente entró un hombre alto, vestido de una manera fina, con un gran sombrero cordobés …

 

 

 




    Juan dudó sobre qué hacer … por un momento pensó intervenir … pero el hombre mostraba conocer muy bien el interior de la caseta.

   Entrando al fondo de la barra, se fue directo a una vitrina y sacó de una botella de vino fino.

   La botella no estaba ni siquiera visible ya que se encontraba por detrás de dos botellas de manzanilla.

    El hombre sabía exactamente donde estaba.

  Juan se mantuvo parado viendo cómo el personaje llenaba un vaso que también sacó de su sitio y se disponía a beber.

   Al hacerlo volvió un poco su cuerpo y el vigilante se dio cuenta de un clavel muy rojo que traía en su chaqueta corta.

   En menos de diez minutos el hombre bebió y se fue, dejando la mitad del vino en el vaso … y este encima de la barra. 

    Juan no sabia que pensar … la verdad es que el hombre conocía bien todo el interior de la caseta.

    En algún punto había dejado abierto el toldo por lo que decidió pasar revista a esa tarea.

    Pero … todo el toldo estaba perfectamente cerrado … bueno … no había que dar más importancia al asunto.

    Lavó el vaso, lo colocó en su sitio y salió hacia el exterior.

 

 

 

 

    El día siguiente fue día fuerte de Feria. Al revés de otros años, que casi siempre llovía, aquél tenía por principal invitado, el sol … y las temperaturas eran altas … no parecía Abril ni el concepto que tenía de primavera.

    Las luces de nuevo se apagaron a las tres, pero, esa noche algunos se quedaron bastante más …

   Solo a las 4.30h Juan pudo empezar a cerrar el cobertizo.

 

 

 

 

 

   Estaba pasando, de nuevo, revisión a los aparatos cuando el mismo hombre del día anterior entró.

    De nuevo se dirigió a la misma botella y repitió todos los movimientos de la noche anterior.

   Juan pensó que ya bastaba de hacerse el listillo … miró en su dirección :

   --- A ver, hombre de Dios. No puede usted venir a beber un poco más pronto? Ya ayer me asustó …

   El hombre siguió bebiendo sin demostrar intención de contestarle.

   Eso hizo enfadar un poco a Juan.

  --- Perdone … hablo con usted … es que no piensa contestarme?

   Interpelado así en un tono tan incisivo el hombre paró de beber, irguió la cabeza … dio media vuelta … y miró frontalmente al vigilante.

   --- Mire --- contestó con voz tranquila --- yo soy miembro fundador de la cofradía Los Hermanos Auxiliadores … esta es mi botella … y tengo todo el derecho de venir a beber un poco de mi vino preferido a la hora que me parezca mejor … si quiero intimidad … la busco … --- bebió un poco más --- y usted quién es?

   --- Yo soy el vigilante responsable del local. Me podría decir su nombre, por favor, confirmaré en mi lista si, realmente, puede usted estar aquí.

    --- Muy bien … mi nombre es Francisco del Prado … puede que en esa su lista aparezca como Paco Prado.

    De nuevo le dio la espalda y siguió bebiendo.

   El enfado de Juan iba a más … lo más rápido que pudo corrió con sus dedos todos los nombres de la larga lista … no lo encontró … ni como Francisco, ni como Paco.

   Levantó los ojos y de nuevo se dirigió al hombre …

   --- Mire usted, caballero … … … --- pero el hombre ya no estaba … Juan estaba solo en la caseta.

   De nuevo confirmó el cierre del toldo para llegar a la conclusión, que todo estaba correcto …

   Entonces … se preguntaba … como había entrado y salido aquel hombre ?! …

    Juan ni se daba cuenta que estaba hablando solo.

   --- Con que tenemos por aquí un listillo … pues vas a ver lo que tendrás esperándote mañana … ya te diré …

 

 

 

 

   Cuando Juan volvió a su trabajo, llevaba planes en su cabeza. Estaba preparado para aquel intruso.

   Esa tarde entre las muchas personas que estaban en la caseta, se encontraba ahí D. José Villena, presidente de la cofradía.

   Fue él quien buscó a Juan.

   --- Hola Juan. Qué tal va todo?!

  --- Bien, D. José. --- de repente le pareció buena idea compartir con aquél, que en el fondo era su jefe, la anécdota de las últimas dos noches.

   El presidente le escuchó con toda la atención … no evitó una media sonrisa …

    --- Tienes razón, Juan. Tenemos un listito … y con un gusto exquisito … no le sirve un vaso de manzanilla como a cualquiera de nosotros … se va por el más fino …

   --- Verdad que sí … pero deja siempre la mitad en el vaso.

    --- Hay cada uno … y te ha dicho su nombre?

   --- Pues sí … me dijo que se llamaba Francisco del Prado, pero que posiblemente encontraría su nombre como Paco Prado.

   La verdad es que ninguno de los nombres forman parte de la lista que usted me dio.

    A D. José se le heló la sonrisa.

   --- Perdona … que nombre te ha dicho él?

   --- Francisco del Prado.

   --- Imposible.

   --- No tengo dudas, D. José.

   --- Espere aquí.

  El presidente se abrió paso entre la multitud y se dirigió a un rincón de la pared donde sacó una foto que estaba colgada.

  Volvió junto a Juan.

   --- Juan … mire esta foto … reconoce a alguien?

 

 

 

 

 

    En la foto estaban tres hombres. La mirada de Juan se abrió cuando se dio cuenta que uno de ellos tenía una chaqueta corta, un sombrero cordobés … y un clavel rojo en el bolsillo de la chaqueta.

    --- Este es, D. José. Veo que a final no me mentía … pero … su nombre no consta de la lista que usted me dio para confirmar las presencias … voy a por ella en un momento …

    --- No... Juan … no vale la pena … --- D. José. estaba blanco y parecía no sentirse muy bien.

    --- Qué pasa D. José.?!!! Se siente usted bien … mire hay una silla libre aquí mismo … siéntese un poco … quiere un vaso con agua?

    --- Sí … por favor …

    --- Al final qué pasa? Conoce a este hombre?

   --- Claro que sí, Juan … pero no va usted a encontrar su nombre en esa lista.

    --- Y si vuelve esta noche … qué hago?

   --- No … Juan … Paco no volverá esta noche … ni nunca …

    --- No comprendo!

  ---Juan … Paco fue, efectivamente, uno de los fundadores de esta cofradía y de esta caseta. Hace cinco años, una noche, después de cerrar la caseta, aún usted no estaba por aquí, tuvo un accidente a camino de casa. Solo al día siguiente supimos que se había muerto en ese accidente. Está muerto Juan … no puede venir aquí … no volverá jamas …

    A Juan le costaba comprender. El hombre estaba muerto? Pero eso no tenía sentido. Y el vaso? Y había hablado con él …

     --- Perdone D. José. Con todo el respecto del mundo … pero el hombre con quien he hablado estaba perfectamente vivo.

    --- Juan … imposible … a no ser que tengamos un impostor.

    --- Qué hago esta noche si vuelve?

   --- Mire, Juan. Esta noche cerraré con usted … y si viene, yo hablaré con él.

 

 

 

 

 

   Esa noche, D. José. esperó que todos saliesen y ayudó a Juan a cerrar todo.

    A las 5h, el hombre aún no había venido.

    --- Qué calor hace aquí, Juan. Porque no llevamos dos sillas y nos sentamos fuera … no podrá entrar sin pasar por nosotros.

    --- Como usted diga, D. José.

   Fuera estuvieron hablando de cosas sin importancia … las horas fueron pasando … el sol salía ya …

    --- Bueno Juan … parece que esta noche no ha venido.

    Entró para que cogiese el sombrero que dejó dentro.

    --- Juan! Ven aquí! Rápido!

   Juan, que se quedó sentado se levantó de golpe y entro rápidamente.

    --- Qué pasa D. José.?!

   El presidente, sin articular palabra, apuntaba con el brazo estirado la barra de la caseta.

   Ahí Juan encontró un vaso medio lleno de vino.

   --- Ha estado aquí. Pero … imposible … tenía que haber pasado por nosotros.

   Pero el vaso no estaba solo … a su lado … ya medio seco … estaba un clavel rojo.

 

 

 

 

   Esta historia es de las más contadas por las gentes de Sevilla, amantes de la Feria de Abril.

   Es una historia reciente, de finales de los años 90 y los testigos están aún vivos. Por eso, todos los nombres fueron inventados para proteger una privacidad que no soy yo quien va a molestar.

    Os dejo el enlace que ha sido una de las bases para esta mi dramatización, del puño de mi amigo José Manuel Garcia Batista.


http://revistavocesdelmisterio.wordpress.com/2013/04/18/8402/


 

 blog asesorado por LAURA GG

 

 

 

 

Otros blogs del autor:



 

 

miércoles, 10 de abril de 2013

... TODAS LAS DEUDAS ESTAN PAGADAS ... (FINAL)


este blog es bilingue







     La verdad es que aquella tarde dejó huella en Imelda. Sin decir nada a nadie visitó sola una vidente que, sabía, vivía en la calle Feria.

      La decepción fue aún más grande. Incluso le ha dijo que su marido se llamaba Manuel … y pagó 10 monedas … un timo …

 

 

 

 

      Tiempos después su amiga la visitó a media mañana.

      --- Entra Rosa … pasa algo?

      --- No … o sí … te explico … te traigo una invitación para una fiesta …

      --- Fiesta ? No voy a fiestas Rosa … soy viuda …

     --- Imelda … estas viuda … no muerta … ya pasaron casi dos años … es más que tiempo para que empieces a salir … conocer gente nueva … y … quien sabe … encontrar otro marido …

      --- Qué dices … Rosa … olvídalo … no voy a salir para ir a una fiesta … que dirían los vecinos ?…

    --- Los vecinos ?… y a ti que que te importa lo que piensan los vecinos? Cuando tienes problemas, seguramente que no vienen aquí los vecinos ayudarte a solucionarlos.

      --- Puede que tengas razón … pero va a ser que no.

     Rosa se marchó desilusionada.

    El cabreo de Imelda se fue atenuando cuanto más iba pensando en la visita de Rosa.

    Al final del día pensaba …

   --- Y porqué no?! Tenía casi 40 años … era una mujer interesante … no tenía hijos … tendría que vivir la vida que tenía por delante …

    Antes del caer el sol corrió a casa de Rosa.

   --- Rosa … perdona mi reacción de hoy … lo he pensado … cuenta conmigo … iremos a esa fiesta …

 

 

 

 

         Arregladas casi como si fuera una visita a la feria de abril, las dos mujeres entraron en el palacio de los condes de Taifa, donde se daba una fiesta para la presentación en sociedad de la hija pequeña del conde que había llegado a la mayoría de edad …

   Imelda al principio se sentía incomoda … pero se fue acostumbrando …

   Después de unas horas de baile llamaron a todo el mundo para una pequeña sala.

    --- Qué pasa en ese salón, Rosa?

    --- Momentos de ouija?

    --- Y eso qué es?

    --- Algo interesante … ven!

 

 

 

 

 

    En una mesa unas cuantas personas miraban un cuadrado de cartón que tenía unas letras dibujadas.

     Una chica ponía el dedo en algo parecido a un pequeño vaso … y este se deslizaba lentamente …

   La chica empezó diciendo que hablaba con familiares de algunos de los presentes … familiares que ya habían muerto …

    A Imelda no le hizo mucha gracia. Ya había sido timada muchas veces … se prometió a si misma no volver a intentar nada que no fuese natural.

    --- Rosa … me voy a casa … vienes conmigo?

   --- Porqué?!!! Qué pasa Imel … ahora que la cosa está poniéndose interesante …

   --- Estoy harta de timos … si no vienes … me voy sola …

 

 

 

 

 

     Ya estaba pasando la puerta del salón cuando escuchó la voz de la chica …

     --- Alguien conoce a un tal Fernando Martinez Morales?

    Imelda quedó paralizada … la broma estaba yendo demasiado lejos …

     Volvió atrás.

   --- Pare con eso … no juego a esto … cualquiera sabe el nombre de mi fallecido marido.

      --- No juego … ese hombre me ha salido aquí …

     --- Imposible … está muerto …

     --- Pero ... dejó sus deudas pagadas?!!!!

     Imelda sintió que bajaba la temperatura de su cuerpo.

     --- Muchos saben que él me decía eso todas las mañana …

     Se hizo silencio … unos minutos después … la chica hablo de nuevo …

     --- Habla de un lunar en un sitio especial … íntimo …

     Imelda se rindió … solo dos personas sabían del lunar … ni su padre jamás lo había sabido …

     --- Y te habla desde el mundo de los muertos?

    --- No propiamente … esto es muy raro … no es él que me habla …

     --- Entonces? No comprendo …

     --- Me habla tu madre.

     --- Mi madre?!!!

     --- Sí!

     Volvió el silencio …

   --- Tú madre dice … que tu marido no ha muerto!

     --- Cómo?!!!!

   --- Tu marido vive en Argentina … con otra mujer …

     --- No es posible …

     Nuevo momento de silencio …

     --- La vida le va a ser adversa … volverá …

     --- Volverá ?!!!

   --- Sí … de hoy a tres meses y tres días … llamará a tu puerta … te pedirá que le perdones … quiere volver …

     --- No es posible … y qué más?!!!

     --- Nada … no tengo más comunicación …

    La vuelta a casa se hizo en silencio … Imelda no sabía qué pensar … Rosa no sabía que decirle …

     La noche fue muy intensa … … 

 

 

 

 

 

     Los tres meses siguientes fueron de auténtico terror … Imelda no comía … no salía de casa … hasta Rosa se alejó de ella …

     El cura de la iglesia del barrio, la conocía desde siempre … la había casado con Fernando … conocedor de su problema la visitó …

     Imelda le contó el porqué de su estado de animo … y él se enfadó muchísimo …

    --- No me puedo creer que tú, una mujer moderna e inteligente creas en esas patrañas … y que dejes que eso altere tu vida normal … Dios te guiará ...

      La confesó y, a su modo, la confortó un poco.

 

 

 

     Tres meses y tres días después de la fiesta el timbre de la puerta de la calle sonó …

    Con dificultad, Imelda se arrastró hasta la entrada y abrió … de rodillas, Fernando, de cabeza baja, ni la miraba …

    --- Imelda … amor mío … ruego que me perdones …

     --- Tú estás muerto en mis recuerdos … y enterrado desde hace dos años.

    Dio la vuelta y, dejando la puerta abierta volvió a la habitación.

     Fernando quedó petrificado por la reacción …

    De repente se levantó y corrió a la habitación.

    El cuerpo de Imelda estaba encima de la cama … famélico de tres meses de sufrimiento y mala alimentación.

     Se arrodilló junto a él …

   --- Como ves … ahora también yo estoy muerta …

   Fernando no comprendía … tenía el cuerpo de su mujer delante … pero la voz venía del otro lado de la habitación.

    Se volvió … la figura luminosa y translúcida de Imelda lo miraba …

     --- Sí … es verdad … estoy muerta … pero no te preocupes … todas las deudas están pagadas.

 

 

 

     La historia, se cuenta, pasó en la zona de Macarena.

    Se dice que, Fernando, después de ver el fantasma de su esposa, entro en estado de locura, y fue internado en un psiquiátrico de la ciudad.

     Entre sus compañeros de internado, algunos eran aficionados de la ouija ... y, de cuando en cuando, le decían que tenían mensajes de Imelda ... para ele.

 

 

 

 

 

      A verdade é que aquela tarde deixou marca em Imelda. Sem dizer nada a ninguém, visitou sozinha uma vidente que, sabia, vivia na rua Feria.

       A decepção foi ainda maior. Incluso lhe disse que o seu marido se chamava Manuel … e pagou 10 moedas … uma falcatrua …

 

 

 

 

     Tempos mais tarde, a sua amiga visitou-a pela manhã.

       --- Entra Rosa … passa-se algo?

     --- Não … ou sim … explico-te … trago-te um convite para uma festa …

     --- Festa? Não vou a festas, Rosa … sou viuva …

    --- Imelda … estas viuva … não morta … ya passaram quase dois anos … é mais que tempo para que comeces a sair … conhecer gente nova … e … quem sabe … encontrar outro marido …

    --- Que dizes … Rosa … esquece … não vou a sair para ir a uma festa … que diriam os vizinhos? …

     --- Os vizinhos ? … e a ti que te importa o que digam os vizinhos? Quando tens problemas, seguramente, não são os vizinhos que te veêm ajudar a resolver-los.

     --- Pode ser que tenhas razão … mas não vou.

     Rosa saiu decepcionada.

   O nervosismo de Imelda foi-se atenuando quanto mais ia pensando na visita de Rosa.

     No final do dia racionaba...

    --- E porque não? Tinha quase 40 anos … era uma mulher interessante … não tinha filhos … tinha que viver a vida que tinha à sua frente.

      Antes do por do sol correu a casa de Rosa.

     --- Rosa … perdoa a minha reacção de hoje … estive pensando … conta comigo … iremos a essa festa …

 

 

 

 

 

      Arranjadas, quase como se fosse uma visita à feira de Abril, as duas mulheres entraram no palacio dos condes de Taifa, onde se dava uma festa para apresentação à sociedade da filha mais nova do conde que atingira a maioridade.

    Imelda, no inicio sentia-se incómoda … mas foi-se acostumando …

    Depois de umas horas de baile chamaram  para uma pequena sala.

    --- Que se passa nessa sala, Rosa?

    --- Momentos de ouija!

    --- Que é isso?

    --- Algo muito interessante … anda!

 

 

 

 

 

    Numa mesa umas quantas pessoas olhavam um quadrado de cartão que tinha umas letras desenhadas.

     Uma rapariga punha o dedo em algo parecido com um pequeno copo … e este deslizava lentamente …

   A moça começou a dizer que falava com familiares de alguns dos presentes … familiares que jã estavam mortos …

    Imelda não achou muita graça. Já tinha sido enganada muitas vezes … prometera a si mesma não voltar a tentar nada que não fosse natural.

     --- Rosa … vou para casa … vens comigo?

    --- Porque?! Que te passa Imel ?!! … agora que a coisa esta a ficar interessante …

   --- Estou farta de timos … se não vens … vou sozinha …

 

 

 

 

    Já estava passando pela porta da sala quando escutou a voz da rapariga …

    --- Alguem conhece um tal Fernando Martinez Morales?

   Imelda ficou paralizada … a brincadeira estava indo demasiado longe …

   Voltou atrás.

  --- Páre com isso … não jogo a isto … qualquiera sabe o nome do meu falecido marido.

    --- Eu não jogo … esse nome saiu aqui …

    --- Impossivel … esta morto …

  --- Mas … deixou as suas dividas pagas ??!!!!!!!!

   Imelda sentiu que baixava a sua temperatura corporal.

   --- Muita gente sabe que ele me dizia isso todas as manhãs …

   Fez-se silencio … uns minutos depois … a rapariga falou de novo …

    --- Fala de um sinal de nascença ... num sitio muito especial … intimo …

    Imelda rendeu-se … só duas pessoas sabiam do sinal … nem o seu pai jamais o soube …

   --- E fala-te, ele, desde o mundo dos mortos?

  --- Não propriamente … isto é muito raro … não é ele que me fala …

   --- Então?!!! … Não compreendo …

   --- Fala-me a tua mãe …

   --- A minha mãe?!!!!!!

  --- Sim!

   Voltou o silencio …

   --- A tua mãe diz … que o teu marido não morreu!

   --- Como ?!!!!?

   --- Tu marido vive em Argentina … com outra mulher …

    --- Não é possivel …

   Novo momento de silencio …

   --- A vida vai-lhe a ser adversa … voltará … 

   --- Voltará?

   --- Sim … de hoje a tres meses e tres dias … chamará a tua porta … te pedirá perdão … quer voltar …

    --- Não é possivel … e que mais?!

     --- Nada … … … não tenho mais comunicação …

 

 

 

     A volta a casa fez-se em silencio … Imelda não sabia o que pensar … Rosa não sabia o que dizer-lhe …

      A noite fora muito intensa … …

    Os tres meses seguintes foram de autentico terror … Imelda não comia … no saia de casa … até Rosa acabou por afastar-se dela …

    O padre da igreja do bairro conheci-a desde sempre … havia celebrado o seu casamento com Fernando … conhecedor do problema visitou-a …

    Imelda contou-lhe o porquê do seu estado de ânimo … e ele zangou-se muitissimo …

   --- Não posso acreditar que tu, uma mulher moderna e inteligente, acredites nessas patranhas … e permitas que isso altere a tua vida normal … Deus te guiará …

    Confessou-a e, ao seu modo, confortou-a um pouco.

  


 

 

    

    Tres meses e tres dias depois da festa a campainha da porta da rua soou …

    Com dificuldade, Imelda arrastou-se até à entrada e abriu … de joelhos, Fernando, de cabeça baixa, nem a olhava …

     --- Imelda … meu amor … te rogo que me perdoes …

      --- Tu estás morto nas minhas lembranças … e enterrado desde há dois anos.

     Deu a volta e, deixando a porta aberta, voltou ao seu quarto.

     Fernando ficou petrificado pela reacção …

    De repente levantou-se e correu até ao quarto.

    O corpo de Imelda estava em cima da cama … delgado de tres meses de sofrimiento e má alimentação.

    Ajoelhou-se junto a ela …

    --- Como ves … agora também eu estou morta …

    Fernando não comprendia … tinha o corpo de sua mulher diante de si … mas a voz vinha do outro lado do quarto.

    Voltou-se … a figura luminosa e translucida de Imelda olhava-o …

    Sim … é verdade … estou morta … mas não te preocupes … todas as dividas estão pagas.

 

 

 

    Esta história, conta-se, passou-se na zona de Macarena.

    Diz-se que, Fernando, depois de ver o fantasma da sua esposa, entrou em estado de loucura, sendo internado num manicomio da cidade.

   Entre os seus companheiros de internado, alguns eram aficionados da ouija ... e, de quando em quando, diziam-lhe que tinham mensagens de Imelda ... para ele.

 

 

 

 blog assessorado por LAURA GG

 

 

 

 

 

outros blogs do autor:

 

 CASTELO BRANCO ... enigmas ... historias ... relatos

CONOCER SEVILLA ... tu calle ... esa desconocida ...

LA Tv DE MI VIDA

LA MUSICA EN PORTUGAL

A MUSICA EM ESPANHA

ENORMES NADAS

EXPIRAR POESIA

DISERTANDO

POR LA MANO DE MI MENTE

MIS CANCIONES ORIGINALES en JAMENDO

CONCIERTOS CORBATA

MIS VIDEOCLIPS